“Los misioneros nos muestran una Iglesia que realiza un trabajo diferente”
Catalina Albertí es responsable de la Delegación Diocesana de Misiones (Mallorca Misionera) y directora de las Obras Misionales Pontificias (OMP) en la isla. En esta entrevista reivindica la figura del misionero como el precursor de lo que hoy se conoce como cooperación al desarrollo.
“Afortunadamente, el misionero es una figura reconocida a nivel social”, en opinión de Catalina Albertí, delegada de Mallorca Misionera y directora de Obras Misionales Pontificias. “No solamente reconocida –añade-, creo que muchas personas también admiran la entrega de estos valerosos hombres y mujeres que son capaces de poner en riesgo su propia vida para ayudar a los demás”.
Mallorca Misionera, entidad que Catalina Albertí ha estado vinculada durante los últimos 35 años, colabora con el mantenimiento económico y el acompañamiento humano y espiritual de los 145 misioneros y misioneras mallorquines enviados a otros países por sus congregaciones religiosas. “Mallorca Misionera –explica- es lugar de paso de todos los misioneros mallorquines cuando regresan a la isla, ya bien sea con motivo de una corta visita o tras una larga estancia en otro continente. Ellos saben que ésta es su casa”.
Obras Misionales Pontificias, por su parte, es una institución de carácter estatal y vinculada directamente al Sumo Pontífice como principio visible de la unidad y universalidad de la Iglesia. Su objetivo principal es colaborar con la actividad misionera.
¿Por qué cree que el misionero cuenta en pleno siglo XXI con el respaldo de la sociedad?
Un misionero es una persona con un sello especial, un coraje fuera de lo común del que carecemos los que nos quedamos aquí. A menudo, escucho a los misioneros referirse al tópico de que con su trabajo están recibiendo mucho más de lo que entregan. No es exactamente así, hay que ser valiente para dejarlo todo por amor a los demás. Es importante recordar que en los primeros viajes de los misioneros a tierras lejanas con el objetivo de ayudar a los demás se encuentra el inicio de la cooperación al desarrollo. Podemos decir que los misioneros han sido los primeros cooperantes.
¿Cuál es el mayor logro de Mallorca Misionera?
Sin duda, la oportunidad de mostrar que existe una Iglesia que lleva a cabo un trabajo diferente. En algunos países de África o América, las parroquias están llenas de gente. Y la gente vive la fe de una manera que ya nos iría bien vivirla aquí. Probablemente, tendríamos una sociedad con otros valores.
¿Qué destacaría de su trabajo?
Que es muy gratificante. Lo digo en el sentido que le entregas un euro a un misionero; y sabes que va a exprimirlo al máximo. Quizá sea una de las mayores ventajas de trabajar con ellos, el hecho de que no existan intermediarios y el dinero llegue directamente allí donde se necesita.
¿Qué argumenta cuando alguien le dice que no tiene sentido la ayuda económica a otros países cuando aquí nos enfrentamos a serias dificultades económicas?
Les digo que hay que comprender que estamos hablando de dos pobrezas distintas. Una es la pobreza de aquí, que sin duda puede llegar a ser muy dolorosa. La otra es la pobreza de allí, la pobreza que conoces cuando entras en casa de una familia que solo tiene un pequeño fuego con el que calentarse. Nada más. Sin duda, estamos hablando de dos pobrezas.
¿Qué opinión le merece el trabajo de Misiones Sagrados Corazones?
Valoro la acción impecable que tradicionalmente ha llevado a cabo esta congregación en tierra de misión; y el espíritu emprendedor de la actual Procura. Está realizando una intensa labor de apertura para sensibilizar a la población sobre el hecho misionero y, de forma más concreta, dar a conocer el trabajo que desarrollan sus misioneros en África y América”.