“He visto gente increíble, que sin tener absolutamente nada son felices”.
Cuenta que su primer viaje a África cambió su vida para siempre. Toni Cano (Palma, 1965) ha desarrollado su carrera profesional a caballo entre el sonido, la iluminación y la imagen. En esta entrevista explica sus impresiones tras el recorrido que ha realizado a través de Rwanda y Camerún para captar con su objetivo el trabajo de Misiones Sagrados Corazones.
¿Por qué quiso viajar a Rwanda y Camerún?
No existía un testimonio gráfico del enorme trabajo que realizan los misioneros. Desde el principio tuve claro que se trataba de un reto precioso que consistía en plasmar en imágenes qué hacen, cómo viven o piensan en pleno siglo XXI estos hombres que renuncian a todo para ayudar a los demás.
¿A qué conclusión llegó?
Me gustó ver que los misioneros, además de su trabajo en la esfera espiritual, han asumido la labor de auxiliar a los más pobres. También me conmovió el hecho que muchas personas, especialmente en Rwanda, se acordaran con cariño de los primeros misioneros que llegaron al país en 1967. Algunos viven en otros países, como el padre Santos Ganuza en Camerún, o el padre Melcior Fullana en Mallorca. Se acordaban de ellos con verdadero afecto.
¿Qué es lo que más le ha gustado de todo lo que ha visto?
Las miradas, que son profundas y directas. Las sonrisas, que son francas y alegres. He visto gente increíble, que sin tener absolutamente nada son felices. He visto mucha gente agradecida, niños jugando por todas partes, grupos de jóvenes cantando y bailando. Y detrás de todo esto, siempre un misionero que no solo atiende sus necesidades espirituales sino que hace de psicólogo, consejero, amigo y que, por desgracia a menudo se siente impotente ante tanta necesidad.
Cuéntenos una anécdota del viaje.
Llegué a kiziguro sin mi maleta, que probablemente quedó perdida en alguno de los aeropuertos africanos en los que tuve que hacer trasbordo para llegar a mi destino. No es que llevara gran cosa, aunque debo reconocer que el incidente me molestó mucho. Pasé mis primeros días en Rwanda con una muda, un cepillo de dientes y una pastilla de jabón. ¡Lo más sorprendente es que no necesité nada más! Esta toma de conciencia, me impactó.
¿Por qué aconsejaría colaborar con esta causa?
Los Misioneros de los Sagrados Corazones son personas comprometidas que conectan con el corazón de los demás; yo mismo he podido experimentarlo. Sinceramente, creo que debemos sumarnos a su trabajo y cuidarles para que sigan cuidando a los demás.
¿Cómo vislumbra el futuro?
Creo que es prometedor. He tenido la oportunidad de conocer a los futuros misioneros formándose en las comunidades Butare, Yaoundé y Zamengoé. Son gente joven con mucha fuerza y ganas de trabajar; la extensión de nuestras manos y nuestros corazones en África.